Todos tenemos dentro de nosotros una voz interior que a veces es amiga, nos impulsa, nos motiva, nos reconforta, y otras muchas veces nuestra peor enemiga, nos juzga, nos critica de forma destructiva, nos llena de inseguridades. Esa vocecilla que nos martillea en ciertas situaciones con un “no voy a poder” “soy idiota” “yo no valgo para esto” “otros lo han conseguido pero para mí es mucho”

¿Quién alguna vez no ha dejado de hacer algo, o ha tirado la toalla, por este tipo de pensamientos que se asoman y se instalan en nuestra mente? Prácticamente todos nos hablamos a nosotros mismos, y que no suene a locura, cada vez que pensamos nos hablamos.
Por eso es tan importante la calidad de ese diálogo interno ¿Cuánto tiempo estamos con nosotros mismos? ¡¡24 horas al día!! Así que, si no conseguimos ser nuestro mejor amigo, ese amigo que nos alienta, que nos comprende, que nos perdona, ese amigo en el que apoyarnos para superar cada obstáculo, cada desafío, cada reto, si no nos hacemos un aliado de nosotros mismos ¿queremos pasar cada día conviviendo con un enemigo?

Para ello el objetivo es aprender a hablarnos bien ¿y esto cómo se consigue? El primer paso es pillarnos a nosotros mismos cuando estamos hablándonos “desde el enemigo” ¡¡cuidado!! Lo hacemos no para regañarnos por habernos hablado malamente, ni para entristecernos porque lo hemos vuelto a hacer, esas regañinas nos la dice “nuestro enemigo” ¿Lo vais identificando? Así es… hacedle una foto, que no se escape!!