Hoy prácticamente todos hemos oído hablar de Coaching e inteligencia emocional, en el trabajo, en una reunión de amigos, en la televisión… quizás algunos piensan “¿Eso me serviría a mí? ¿realmente funciona? “ya, si todo es muy bonito en la teoría, pero ¿para qué sirve realmente?”
Pues si tuviera que simplificar mucho, repito simplificando muchísimo, diría que sirve para ser conscientes de cómo somos realmente, responsabilizarnos, que NO culparnos, de cómo actuamos y a partir de ahí poder construir nuestro puente a esa vida que realmente queremos tener, gestionando nuestros miedos, sustituyendo esos hábitos que nos frenan por otros que nos impulsen, reforzando la confianza en nosotros mismos, y todo ello disfrutando lo máximo posible del viaje.
A lo largo de nuestras vidas todos de una forma menos o más consciente buscamos nuestra receta de felicidad, hacemos planes, soñamos con los ojos abiertos, imaginamos, pensamos lo que queremos y hacemos una ruta que nos llevará al gran tesoro.
En él vamos colocando pequeñas o grandes conquistas de territorio, y marcamos de igual manera las próximas metas para seguir avanzando en la dirección que deseamos.
Todo va bien mientras conseguimos los objetivos ¿pero qué pasa cuándo las cosas no salen como queremos o deseamos? Muchas veces nos decaemos abandonando la meta, y otras haciendo honor al dicho de que “la mejor defensa es buen ataque” empezamos a justificarnos y nos excusamos en los demás, en el entorno.
Yo no tengo nada que ver, la culpa es del tiempo, de mi jefe, de mi novia, de mi marido, de la sociedad…
“No consigo adelgazar por culpa de esa tarta que dice cómeme ¿quién puede resistirse?” “Esta semana no hago ejercicio por culpa de la lluvia” “No saco buenas notas por culpa del jaleo que hay en casa, así es imposible estudiar”. “Mi relación con mi pareja no funciona bien por culpa de mi trabajo que absorbe todo mi tiempo”.
¿Y nosotros? ¿Qué hemos decidido en medio de esas situaciones? ¿Dejarnos llevar sin hacer nada? La situación muchas veces es la que es, y no podemos cambiarla, lo importante y lo que marca la diferencia es ¿qué hacemos ante ella?
Y ahí la pelota está en tu tejado. Es nuestra decisión como gestionamos las circunstancias, y gestionarlo no es abrazarnos a la derrota de forma gratuita, como si fuéramos hojas que mueve el viento de otoño dejándonos llevar por el infortunio, ni tampoco escudarnos en el entorno sin tomar nuestra parte de responsabilidad.
Responsabilidad en mi opinión como término en nuestra sociedad tiene una connotación equivocadamente negativa, asemejándola a culpa, sin embargo si lo reflexionamos un poco, ser responsables de algo nos da la oportunidad a decidir, y si decidimos tenemos el poder para que las cosas se asemejen lo más posible a lo que deseamos. Luego hacernos responsables de nuestra vida nos otorga poder sobre ella.
El que haya mucho jaleo en casa para concentrarnos y estudiar, puede ser un hecho palpable, si tomamos nuestra parte de responsabilidad quizá busquemos ciertas horas para ir a la biblioteca, pactemos un horario de silencio con el resto de la familia o mil soluciones más.
Imaginemos que es un día bonito para compartir con familia y amigos, hay bromas buen ambiente y estamos haciendo una paella para compartirla entre todos. Un maravilloso día hasta que falta el arroz ¿Falta el arroz? Oye, que íbamos a hacer una paella ¿Y ahora que hacemos?
LA PELOTA ESTA EN TU TEJADO
Podemos echarnos las manos a la cabeza e insultarnos, muy habitualmente lo hacemos, diciéndonos lo tontos que hemos sido de no mirar antes en la depensa para ver si nos quedaba, también podemos empezar a echar la culpa a la cuñada que se encargó de las compras, a la suegra que se lo tenía que haber recordado, al vecino que pidió el último paquete y no lo ha devuelto, podemos dedicar energía a todo ello, y muchas veces sin darnos cuenta entramos en el enfado y es la forma de soltarlo, si lo que queremos es eso, desahogarnos, quizá todo eso sirva por uno minutos, si lo que de verdad queremos es vivir ese día que estábamos creando, ninguna de esas pelotas en otros tejados nos acercarán a nuestro objetivo, y no nos llevarán a crear el bonito día que estábamos construyendo y viviendo.
La evidencia es que hay una situación real, no tenemos arroz ¿qué podemos hacer nosotros para encauzar la situación? Quizás el supermercado aún está abierto, posiblemente el vecino nos pueda devolver hoy el favor de hace meses, o a lo mejor es un buen día para probar a cambiar el arroz por pasta y hacer fideua. La pelota está en tu tejado.
No hay respuestas correctas y erróneas, todo depende de lo que de verdad queremos, y aquello a lo que damos prioridad ¿al hecho de que falta arroz dejando que eso estropee el día? O ¿al momento que estamos compartiendo con los que queremos, siendo ese olvido una anécdota divertida que seguramente recordaremos con ellos por muchos años? Cuando ponemos el foco en lo que realmente deseamos todo lo demás encuentra su sitio.
Y sobretodo tomamos consciencia del papel que decidimos tomar en el tren de nuestra vida, estar sentados en un vagón del tren de la vida y que nos lleve donde quiera, quejándonos cuando el paisaje no nos gusta, pero pegados al asiento sin mover un dedo para cambiar de posición o… estar dentro de la locomotora para decidir el itinerario. ¿Cuál es el papel que realmente quieres vivir?