Hoy me he remangado y me he puesto a ello, llevaba mucho tiempo sabiendo que tenía que hacer limpieza, pero un día por otro nada.

Veía prioridades descolocadas, ilusiones arrugadas sin planchar, confianzas rotas sin barrer, «tengo ques y quieros» mezclados en los cajones….cuando quería coger un quiero salía un tengo que, polvo de culpabilidades sin limpiar, y seguía pensando “mañana me pongo a ello y pongo un poquito de orden” Claro, siempre encontraba una excusa para que fuera mañana.
Hoy al echar un vistazo al conjunto me he dicho «así no podemos seguir» y me he puesto de limpieza.

He colocado en las estanterías mis prioridades, cada una en su lugar, así no habrá más líos arriba siempre estará lo importante, para que no me confunda y coja una equivocada cuando me pongo a hacer algo. Si las prioridades no están bien colocadas al final algo dentro de nosotros nos chirría.

He planchado mis ilusiones, algunas estaban hechas un trapillo, pero cómo podía salir a la calle así!! Aunque ahora que lo pienso la mayoría se me han arrugado de arrinconarlas en el armario, las fuí dejando en la parte de atrás olvidadas y se arrugaron de forma increíble. A partir de hoy voy a tener más cuidado con eso, no dejaré que ninguna se quede arrinconada, me las pondré a menudo y las plancharé con esmero. ¿Hay algo que nos haga más irresistibles que cuidar nuestras ilusiones? Cuando se nos arrugan perdemos una parte importante de nuestra energía ante la vida.

He barrido mis confianzas rotas, y mientras lo hacía me he dado cuenta de que mientras las tuve me hicieron sentir bien, que cuando se me hicieron añicos es verdad que lo pasé mal, me gustaba tanto tenerlas….pero que esas se me rompieran no significa que no pueda suplirlas por otras, quizá ahora vaya con más cuidado no me resbale y perduren, o también puede ser que se me vuelvan a hacer pedazos pero no me voy a cerrar a no tener ninguna.

He ordenado los cajones, parecían una batalla campal. Cada vez que iba a coger un quiero salía un tengo qué y por no perder tiempo me ponía ese para salir a la calle, al rato empezaba a notar que no era igual de cómodo. Normal, los quiero son 100% naturales y ecológicos, te los pones y te llenan de energía, los “tengo qué” son rígidos, pesan e incluso muchas veces ahogan. Haz la prueba con un ejemplo super sencillo: «quiero beber agua» VS “tengo que beber agua” ¿con cuál sientes que te apetece más hacerlo? ¿Qué te llena más el pecho? Pues eso….así iba yo últimamente, con mis tengo qué.

DESPELUJADA Y HACIENDO LIMPIEZA

He limpiado culpabilidades, ay que ver lo que ensucian!! Esa vocecilla interior que está como un tintineo susurrando: ¿Por qué no hice más? No lo supe hacer bien, no dije lo oportuno…. Jolín con esa dichosa vocecilla, ¿sabes bonita? Sí, esto es para ti, que te instalas en mi mente sin permiso, tengo que darte una noticia, soy humana, y sí, tengo derecho a equivocarme.
A veces no cumplo las expectativas sobre mí misma y ese polvillo de culpabilidad mancha todo sí, soy humana y a veces meto la pata sí, lo acepto y me perdono por ello, lo importante es que aprendo y me comprometo conmigo misma a mejorarme la próxima vez. 

He tirado a la basura comparaciones, ocupan mucho espacio y no sirven para nada, sólo para oprimirme y hacerme sentir incómoda por el poco espacio que me dejan libre «esa tiene un pelo precioso, aquella tiene unas piernas de escándalo…. Al final ocupan tanto espacio que no tengo por donde pasar yo que soy la que vive aquí…que a gusto sin comparar.

Ahora con todo limpio, planchado y barrido, miro a mi alrededor y me encuentro genial, impoluta para salir a la calle y comerme el mundo. Me he despeinado porque he trabajado en ello, o como dicen los niños me he despelujado, pero bendito despeluje.

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